CAPÍTULO 21
Mamá pone la
inyección. Fin de la temporada.
Sí, sí, no me miréis así. Esto va
por temporadas, como las series de la tele si funcionan. Y tengo la enorme
satisfacción de decir que gracias a vosotros, Chiqui Sweet ha logrado 9845
lecturas, y si sumamos este capítulo llegaremos a los 10000. Pensábamos que
esta cifra no se alcanzaría hasta pasados unos meses, pero la sorpresa ha sido
mayúscula y siempre siempre, os estaré enormemente agradecida.
Son numerosos los comentarios que
me animan a seguir escribiendo. Desde México he hecho dos amigas diabéticas ;)
e incluso por ahí se vislumbra la posibilidad de un libro, pero todo se verá. A
seguir defendiendo que se puede vivir con Diabetes, que el objetivo es
conocerla cada día mejor, y el de demostrar a nuestros pequeños que estaremos
con ellos hoy y siempre.
Carlota miraba para otro lado, no
quería ver “sufrir” a su mamá, lo intuí por el brillo extraño en sus ojos. Tenía la típica carilla que ponen los niños
cuando se entristecen por algo. Pero sin embargo susurraba que lo iba a hacer
bien. Dar antibiótico a tu hija durante una semana es un poco coñacillo, y si se nos olvidaba una
dosis, como mucho esperabas a la siguiente un pelín cabreada. Tomar una pastilla al día para algo en
concreto es un poco fastidioso, cuántas veces hemos oído a nuestro alrededor
¡tengo que tomar 2,3,4,5,6, pastillas al día! En ocasiones lo oyes como algo meritorio
en lugar de ser una auténtica putada…… pero, poner una inyección sabiendo que
esa operación la tienes que repetir cinco veces al día, durante toda una vida,
sencillamente es de locos…. Ese pensamiento tenía que desaparecer por
obligación de mi mente. Aunque hoy, después de casi 10 meses de su debut, hace
que se me llenen los ojos de lágrimas constantemente.
La jeringa se encontraba en la bandeja plateada, me miraba, apuntaba
hacia mí, pero un momento, ¡¡NO!! No podía achantarme con esto, tenía que
mostrar seguridad, y así lo hice.
_Carlota, ven para acá. ¿Dónde te
toca? _
_Mamá, ¿esto es el desayuno?
_Si_
_A ver, a ver….desayuno,
almuerzo, merienda, cena_ una vez más nos hizo el baile carlotero que deja
atrás a todos los artistas del mundo_ Mamá, toca aquí_ Dijo señalando su
bracito derecho.
Poner aguja, aprendizaje número
uno. Fácil, si no te tiembla hasta la campanilla, agujas de 5 milímetros. Son
pequeñas, pero puñeteras, como yo. Dos, marcar una unidad para purgarla, nos
comentaron que alguna vez algunas partidas vienen defectuosas por lo que la
insulina no sale. Así que a purgar. Una vez comprobamos que la insulina sale
por la aguja, instintivamente la huelo sobre mi mano. Marcamos la cantidad de
insulina que debemos ponerle. En el desayuno era una unidad. Marcado el uno.
Miro el brazo, miro la aguja,
miro el brazo, miro la aguja… y no salgo de ahí hasta que…
_Mamá, ¿ya?_ ¡tengo hambre!, y no
puedo comer hasta que me la pongas
_Voy cariño, es que estoy un poco
nerviosa.
_Tranquila mamá, yo no miro si
quieres.
Por unos segundos creí
desmayarme, otra vez esa horrible pesadilla, otra vez ¡esto no puede estar
pasando!, esto es injusto, es tan pequeñita…. Diabetes maldita, eterna compañera.
¡Pero no! Inspiré hondo, agarré su trocito de piel en un pellizco y lo hice.
Introduje la aguja lo más suave que permitían mis manos de plastilina y apreté
la ruedecilla para asegurar que entraba la insulina, conté hasta diez y la
saqué en dos pasos. Listo.
_Mamá, ¿qué tal?_ ella me lo
preguntaba a mí, es increíble
_No se….¿bien?_ ¿Notaría mi voz
rota?
_A mi casi no me ha dolido. Te pongo
un muy bien.
Aún me arrepiento de no haberla
abrazado en ese momento, pero sonreí y hablé sobre algo sin sentido mientras me
dirigía al cuarto de baño. Bea se quedó con ella. Y lloré por lo menos hasta
que entraba Manolo con la autorización de traslado al Materno. Pero ese, es
otro cantar.
Continuará…………………… Enero 2015.
Chiqui Sweet llega a casa.