CAPÍTULO 7
Eterno
trapito de Winnie
Habrá que ir a por su trapito. Compañero de viaje, de prisas por encontrarlo
para que Carlota no protestara al dormirse, de “bendito artilugio” para que las
noches en vela lo fueran menos, de chupetones, babas, abrazos…. del trapito de
Winnie the Pooh
Válgame Dios, ahora me da un poco de vergüenza escribirlo,
pero se me metió entre ceja y ceja ir a casa a por su trapito, no escuchaba a
nadie, trapito trapito trapito………. Mierda, me voy a por su amuleto.
Salí disparada del hospital, como véis cumplo con mucha
facilidad mis promesas, no me separaría de ella y ya estaba subida en el coche
con el cinturón camino a la casa que nunca vería con los mismos ojos con los
que la dejé cuando me dirigí a medir el
azúcar a la Farmacia de mi Enrique.
Llegué, no sin antes percatarme del silencio que invadía todo
mi ser. Tana y Celia dormían plácidamente ajenas a lo que se les avecinaba, esta
diabetes es de toda la familia. Y en la
cocina, que está junto a la entrada, sólo había temor, el de mis padres que
esperaban noticias. Les miré desorbitada, pero volví a sentir admiración por
ellos.
Mamá es tímida, reservada, no habla mucho, pero cuando tiene
uno de sus días especiales no hay quien la calle, y si lo haces, puedes salir
perjudicado. Avisado quedas. A veces llega a ser muy cariñosa, pero la tienes
que pillar en un día como el charlatán, de los buenos. Eso sí, con sus nietas no
conoce otra cosa que no sea ese cariño. Mientras
tanto, ama en silencio, como ha aprendido a lo largo de su vida, dura por
cierto. Amiga de sus amigas y pasota de
quien no le interesa. Por eso la admiramos y respetamos mucho, y sobre todo, la
queremos. Trabajadora como ella sola y generosa como no he conocido a nadie, y
gracias a Carlota ha vuelto a dar una lección de entrega y valentía. Mi
concepto sobre ella ha mejorado, muchísimo. No pensé que pudiera llegar a
pincharla, y lo hace, temblando, pero lo hace.
Papá es otro cantar. Un huracán que llega cuando entra en la
habitación, arrasa con todo, se ríe y aquí no ha pasado nada. Muchas veces nos
saca de quicio, tantas como entran ganas de abrazarle, cuando lo haces,
necesitas cuatro pares de brazos, pues en los últimos años se ha redondeado un
pelín, pero eso lo hace más entrañable. Su bondad no tiene límites, y en ocasiones ha podido perjudicarle, no tener
picardía es lo que tiene, que la gente que le rodea puede aprovecharse un poco de
esa bondad. A las nietas las entretiene a ratos, pero las ama tanto, tanto, tanto, y se siente tan orgulloso de ellas, que es capaz de poner a Tana en el último
curso de piano y hacerla campeona olímpica de natación cuando está empezando a
tocar cumpleaños feliz y metiendo los pies en el agua. Es lo que tenemos los
buenos andaluces, exageramos, pero solo un poco. Y él, es tan andaluz como los
olivos. Aún no se atreve a pinchar a Carlota.
_Hija_ me abrazó papá. No hicieron falta más palabras.
Mamá no sabía muy bien qué hacer, pero ya tenía el trapito de
Winnie en la mano…..que lista la joía.
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